Cuatro blogs amigos (Contemporaneidades de Emma Trinidad, Cultura Suicida de Diana Guijarro, Why on White de Julio Muncio y este que leéis), unimos miradas y
esfuerzos para contaros cómo vivimos "la semana del arte en
Madrid". Recojo el relevo de Julio y os cuento mis reflexiones personales a continuación. La segunda visión de esta semana loca en estas letras:
No hace demasiado que acudo cada año a la semana de las ferias. Deben ser unos 5 años, más o menos, pero ya me ha dado tiempo a notar ciertos cambios, ciertas tendencias. La verdad es que no soy experta en mercado de arte aunque pertenece a mi mundo y me interesa. Todos sabéis que lo mío son los museos donde la perspectiva, aunque sólo contemplemos la forma en la que se organiza una exposición, es muy diferente. Quiero decir con ello que mi visión es personal, profesional (por ser gestión y difusión del arte contemporáneo), pero no experta.
En los últimos años ha
habido una proliferación de ferias de arte (algunas, en mi opinión,
no entrarían en esta categoría por falta de calidad) que me
sorprende muchísimo. Ferias que con el pretexto del arte emergente
consiguen poner a las obras y galerías el cartelito de low cost. Eso
sí, normalmente el adjetivo "low" no irá acompañando a
los intermediarios: hoteles (por ejemplo) y gestores. Es una moda,
parece ser que cada capital de provincia debe contar con su propia
feria. Yo, desde la ingenuidad, me pregunto: ¿es
necesario esto? ¿hay mercado para tanto mercado (o mercadillo)?
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ARCO Madrid 2015
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A la sombra de la feria
más importante del país, ARCO, también ha ocurrido algo semejante
pero todo indica que algunas de ellas (Just Mad, que traía
propuestas muy interesantes y accesibles gustándome especialmente
las galerías que representaban al país invitado, Colombia, o ArtMadrid Fair) ya se han consolidado y cuentan con un público fiel que
va con la clara intención de comprar. Esto puede parecer algo obvio,
pero quizá no lo es tanto: ¿cuántos, de los más de 100.000 visitantes que ha tenido ARCO, compraron?
Me quedé con muchas ganas
de visitar Casa Leibniz porque es un proyecto que me parece muy
interesante: una exposición contemplativa para un tiempo
nuevo; porque había obras de buenos artistas amigos como
Antonio Fernández Alvira, y textos de grandes profesionales como
Vila-Matas o Estrella de Diego. Es una de mis espinitas clavadas de
este año pero apenas dos días no dan para más. Espero que se
repita.
No os voy a engañar, a mí
ir a las ferias me gusta. Como imaginaréis, ni tengo dinero para
comprar, ni formo parte de exquisitos grupos. Normalmente, ni sé qué
cara tienen la mayoría de los artistas, ni mis favoritos, así que me puedo cruzar con el
mismísimo Hirst que no me daría cuenta. Supongo que el despiste es
parte de mi encanto (...).
Lejos de todo esto, cuando
voy a alguna feria lo primero que me interesa es ver obra, conocer
nuevas propuestas curatoriales, charlar con personas del ámbito que
puedan enseñarme, aprender de ellos, observar a la gente, las
actitudes, y mantenerme al margen. No soy muy de "postureo".
El estrictamente necesario, no más, por favor.
Este año en ARCO me he
sentido cómoda. No tan perro verde como años anteriores. Supongo
que será porque ya no lo encuentro un lugar tan ajeno, pero sobre
todo, siento que el motivo principal es que el arte que había este
año, era un arte amable. Muy pocas cosas saltaban a la vista. Con
ello, el recorrido se hizo mucho más complicado. Había que ir
mirando atentamente para no perderse esa pieza que no se te quitaría
de la cabeza una vez todo hubiera pasado. Poco arte político y
social, o mejor dicho, menos evidente; poquísima videocreación;
poca instalación, o quizá, instalaciones menos engorrosas, más
comprables (?); bastantes piezas (de Daniel Canogar, Helena Almeida, etc) vistas en repetidas ocasiones en la
misma feria, en el mismo stand, que puede ser hasta cierto punto
normal, pero si hasta a mí me pareció cansado...
Como la primera vez que
fui a la feria, pasé por ADN. Una de mis galerías preferidas por
llevar a artistas comprometidos política y socialmente: Mireia
Sallarès, Núria Güell o Eugenio Merino.
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Eugenio Merino en ADN. |
Elvira González nos
proponía nombres consagrados entre los que destaco (mi adorado)
Olafur Oliasson.
La Deweer Gallery nos
trajo al artista español Enrique Marty, con esas esculturas que
sobrecogen, que ejercen esa atracción extraña que hace que quieras
huir y permanecer al mismo tiempo. La crueldad y la crítica social
como elementos propiamente humanos están presentes en su obra.
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Enrique Marty en Deweer Gallery |
El stand de la galería
italiana Studio Trisorio me gustó. Era limpio, con obras sutiles,
delicadas, que transmitían calma... Ahora mientras escribo, me doy
cuenta de que es una de las mejores muestras de lo que argumentaba al
principio: es un arte amable.
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Fabrizio Corneli en Studio Trisorio |
En Travesía Cuatro me
llamó mucho la atención la obra de Asunción Molinos Gordo, con un
técnica más bien artesanal (cerámica) pero cargada de contenido
ideológico "Hambre. Un objeto hecho por el hombre".
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Asunción Molinos Gordo en Travesía Cuatro |
Por supuesto pasé por
Juana de Aizpuru que, sin lugar a dudas, fue uno de los stands que más
me gustó. Obras de Alicia Framis, Cristina Lucas o Yasumasa
Morimura. Combinó una gran presencia femenina, española,
comprometida, con grandes nombres internacionales. Una gran propuesta
la de este año.
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Cristina Lucas en Juana de Aizpuru |
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Alicia Framis en Juana de Aizpuru |
La Galería Horrach Moya
seguro que ha sido una de las más fotografiadas: Joana Vasconcelos,
Jorge Mayet (con obras que ya había visto en años anteriores pero
que me encantan) o Sylvie Fleury con sus neones de crítica y autocrítica sobre sociedad consumista.
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Jorge Mayet en Horrach Moya |
El gesto exagerado y el desnudo sin filtros de Esther Ferrer mientras vomita cientos de monedas, nos daba
la bienvenida al stand de la galería Altxerri, que traía un
monográfico sobre esta artista a la que tanto admiro, y la mayoría
de vosotros también.
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Esther Ferrer en Altxerri |
De Rolf Art Gallery me
atrapó la fotografía en blanco y negro de Adriana Lestido, que
presentaba mujeres en diferentes situaciones de marginación.
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Adriana Lestido en Rolf Art Gallery |
La galería de Michael Zink siempre trae buena pintura. En este caso las poderosas imágenes
de Rinus Van de Velde, en grandes formatos en blanco y negro, me
fascinaron. Me habría llevado a casa uno de ellos sin pensarlo.
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Rinus Van de Velde en Gallery Zink |
Mi repaso acaba en
Colombia, que como sabéis, fue el país invitado. Las propuestas
artísticas colombianas me parecen realmente interesantes. Un arte
sentido, crítico, que mezcla tradiciones ancestrales con modernidad
absoluta... Tengo que seguir profundizando en el arte colombiano
porque me parece apasionante.
Resaltaré la propuesta de
la galería Valenzuela Klenner. Sí, cierto es que allí sufrí un
flechazo, pero la razón principal es que las obras de Liliana Angulo
y Edwin Sánchez me resultan muy atractivas. Fotografía,
instalación, vídeo y carteles que consiguen obras estéticas,
políticas y armónicas.
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Edwin Sánchez en Valenzuela Klenner |
Mi visita a ARCO, a pesar
de ocuparme todo el día, se quedó corta. Me faltó tiempo para
pasar por la galería El Museo de Bogotá, ver la obra de Juan
Francisco Casas, y como no, la tan comentada obra de Jorge Magyaroff.
Eso sí, el vaso de agua de Wilfredo Prieto sí que lo vi. Un vaso
más agua. Allí. La obra de la polémica. Pero qué serían de las
ferias de arte contemporáneo si no provocaran la discusión
recurrente, trillada y necesaria acerca de qué es el arte.
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Wilfredo Prieto en Nogueras Blanchard |
Y en menos de un par de horas será el turno de la personal perspectiva de Diana Guijarro en Cultura Suicida. ¡A por el tercer post encadenado!
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