¿Por qué preguntarse esto ahora? Como sabéis, soy muy defensora de
la teoría museológica. La considero un marco en el que encuadrar la
práctica, que en la mayoría de los casos, sigue sin apropiarse de
estas filosofías, o cuando lo hace, la usa parcialmente buscando
básicamente una apariencia de apertura y una subida en las
estadísticas de visitantes.
Para otros muchos museólogos y para mí, este cambio debe ser más
profundo y radical. Por desgracia, en la mayor parte de los museos de
nuestro país, no se ha producido.
Y es que, cuando hablo con amigos que no se encuentran dentro del
ámbito de los museos, me sorprende darme cuenta del concepto que
tienen de estas instituciones: un lugar en el que se exponen obras
maestras del arte (u obras que no comprenden cuando hablamos de arte
contemporáneo), que solo visitan ocasionalmente y aprovechando las
visitas guiadas como modo de sentirse integrados.
Fundación Jiménez-Arellano Alonso, Arte Africano.Valladolid |
Esta situación hace que me plantee muchas preguntas y las respuestas
suelen ir siempre en la misma dirección: la mayoría de los museos
del Estado Español son públicos, sin embargo, son instituciones que
no están verdaderamente comprometidas socialmente, no atienden a las
necesidades de la comunidad que las sustenta, siendo su principal
objetivo servir de oferta turística. Hablo de generalidades. Tenemos
muchos y buenos ejemplos de museos que se esfuerzan por ofrecer
servicios útiles a la sociedad, pero mi sensación es que se reduce
a ciertos departamentos, como el pedagógico o educativo. No es un
fin del museo en sí mismo.
Tres teorías claves nos
han llevado a repensar el museo hoy en día. Estas son:
-La Nueva Museología
nacida en la década de los sesenta, que tiene como principal
representante a Georges Henri Rivière y como principal avance los
museos comunitarios y ecomuseos. Esta teoría caló profundamente en
la latinoámerica, principalmente en México.
-La Museología Crítica,
que aunque se puede decir que nació paralelamente a la teoría
anterior, se ha centrado en la crítica de la misma y da pasos
decisivos en el avance hacia lo social, pensando el museo como lugar
de conflicto en el que todos los agentes sociales tienen cabida en la
construcción de conocimiento, incluidas las minorías sociales.
-La Museología Social,
muy en la línea de la Museología Crítica, que tomó como marco
teórico la Mesa redonda de Santiago de Chile 1972 , pretende hacer
del museo una institución dinámica y comprometida con su comunidad,
usando para ello las políticas públicas, y de este modo ser nexo de
unión entre el pasado y el futuro, tomando parte en la construcción
de la realidad.
Fundación Mapfre. Madrid. |
La teoría, pues, está
muy avanzada respecto a la práctica si entendemos que es el museo
social el museo del presente y del futuro. Un museo de todos y para
todos. Un ente que construye conocimiento y realidad pero no desde
dentro hacia fuera, muy al contrario, debe ser en horizontal. Una
herramienta de la que la sociedad se sirve para analizar su estar en
el mundo. Quizá esta definición puede parecer idealista y difícil
de alcanzar, lo sé. A mí misma me lo parece, pero creo, es aquello
hacia lo que debemos tender desde la política, el profesional y los
ciudadanos en su conjunto.
Citando a Jorge Bejarano Barco del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM), al que pude
escuchar en el IV Encuentro sobre Redes Sociales en Museos y Centrosde Arte y Producción: Intermedia-Redes-Ecosistemas el pasado
septiembre, nuestro momento presente es ideal para:
"Claramente es un
momento para flexibilizar, hackear y transformar la
institucionalidad, encontrando las grietas y ubicando dentro de ellas
zonas de prototipado; laboratorios de la imaginación dónde mixturar
experiencias alternativas de gestión cultural, educación expandida,
trabajo en red, activismos, colaboraciones extradiciplinares y de
construcción de lo público. "
Por todo ello, somos los
mismos profesionales los que debemos fomentar este cambio en el museo
no solo desde la teoría, también desde la práctica. Debemos exigir
a los políticos que gestionan la cultura y el Estado en general, la
responsabilidad e implicación necesaria para que esto suceda.
Debemos, como ciudadanos, valernos de estas herramientas que son los
museos, que albergan nuestro patrimonio, nuestra identidad, nuestro
pasado y presente, apropiarnos de ellos y participar en la
construcción de lo que está por venir.
Centro José Guerrero. Granada. |
Un museo no puede ser
social atendiendo solo al departamento pedagógico o de
intermediación, los cuales, hacen una fantástica labor hoy por hoy
en la mayoría de ejemplos. Ser social debe contemplarse por
adelantado, desde el mismo proyecto museológico, orientando todo el
trabajo que se haga en esta dirección. Lo social empieza desde el
mismo equipo que compone el museo: departamentos que trabajen de
forma transversal y en comunicación, de forma conjunta. Se debe dar
voz a los públicos, que son muchos y variados, creando diálogo y
participación. Y no solo a ellos, el museo debe servir también a
los profesionales y a los artistas. Hoy en día un artista español
es reconocido y expuesto antes fuera de nuestras fronteras, que aquí.
No se les da la oportunidad que les corresponde. Y esto mismo pasa
con los museólogos, educadores, etc, aunque quizá es menos visible.
El boom que vivimos hace
pocos años, que dio como resultado enormes museos vacíos de
contenido y sin raíces en la comunidad de la que forman parte, nos
debe hacer recapacitar y exigir que el dinero público se use por
y para lo común. La mayoría estamos hartos de directores y
trabajadores de museos que usan su puesto como lanzadera profesional,
ideando estrategias para un grupo minoritario de ciudadanos (élite)
y hablando al resto desde un escalón superior, prepotente y
paternalista. Repito, no siempre es así pero ocurre muy
habitualmente.
Dora García. |
Sé que muchos pensáis
como yo. Otros seguramente no, pero por eso escribo, para que al leernos
encontremos quizá puntos de encuentro y nuevas vías de las que aún
no nos habíamos percatado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario