Por sexto año consecutivo, LABoral y el Instituto
Asturiano de la Juventud, han dado la oportunidad a un artista joven
asturiano de producir, exhibir y difundir un proyecto artístico pensado
propiamente para las instalaciones de LABoral, a través del premio LABjoven_experimenta.
Me gustaría señalar la importancia de esta iniciativa que, junto con muchas
otras que se llevan a cabo en el centro de arte, apuestan por los artistas que
comienzan su dura carrera en el mundo artístico. Si iniciativas como esta son
necesarias siempre, en este momento de crisis que tanto daño está haciendo a lo
cultural, cobran mucho más sentido. Apoyar a la comunidad en la que estás
inmerso como institución cultural no pueda más que crear riqueza y generar
relaciones de compromiso, confianza y respeto, haciendo que la sociedad te
reconozca como parte indispensable de la misma.
David Martínez Suárez ha sido el ganador de la convocatoria de este año. Su
proyecto Inercia, se inauguró el pasado día 11 de octubre. Licenciado
en Bellas Artes, con máster y diversas becas, David, aunque joven, ya
está creando un lenguaje propio. Él mismo define su trabajo de la siguiente
forma:
“Entiendo el trabajo desde los resultados de una operación
técnica, donde se incorporan elementos que permiten la aparición del
contendido, pero no como un contenido o discurso previamente definido al que se
deba dar una solución material. No me interesa este tipo de resultado sino el
lenguaje que lo produce, y la transparencia en las variables que hacen posible
su construcción”.
Para este proyecto, David ha utilizado diferentes materiales
y medios expresivos. Desde la escultura, la instalación, el vídeo propio o el
montaje fílmico, valiéndose para trabajarlo de las instalaciones del
centro de arte.
En el montaje expositivo podríamos diferenciar tres ejes que
se relacionan entre sí estética y temáticamente:
-Vídeo: en uno de los lados de la sala encontramos tres
pantallas que en loop nos muestran imágenes de la película Streets Of Fire.
Cada pantalla nos da unas imágenes diferentes que al interactuar crean una nueva
narración al gusto del visitante: explosiones, imágenes de él, imágenes de
ella. Justo frente a estas pantallas encontramos proyectado en la pared, la
videcreación en la que David nos enseña a dos niños jugando al videojuego junto
con imágenes de la escultura de John-117, protagonista de Halo, grabado
como un gran héroe rodeado de montañas.
-Instalaciones: concentradas en diferentes módulos, las instalaciones nos recrean algunos de los escenarios en los que se desarrolla el videojuego Halo. Los materiales llaman la atención en este caso pues ha usado tableros de madera e impresiones 3D que dan la sensación de inacabado, pero aportando siempre algún elemento que nos lleve y haga referencia a ese momento concreto, a ese espacio exacto que en la pantalla no puede pasar de las dos dimensiones.
-Esculturas: John-117 está representado en decenas de esculturas de pequeño formato que parecen hablarnos de los diferentes Johns que encontramos dentro de un mismo personaje. Esas múltiples personas que escondemos en nosotros mismos y que pueden incluso tomar, por inercia, diferentes direcciones sin dejar de formar parte del todo. Del sujeto.
Yo, haciendo mía la explicación que David ha dado de su trabajo, he construido mi propio significado de la exposición. En mi opinión, en la sala se siente, son palpables los diferentes roles que puede adoptar el visitante/participante. Cuando jugamos a un videojuego como Halo, nosotros nos convertimos en parte activa de la acción. No sólo somos espectadores sino que tenemos la posibilidad de decidir, dentro de las opciones posibles, qué sucederá. Las representaciones de John reflejan claramente esta cantidad de posibilidades, de conseguir, según quién juegue, diferentes Johns. En los vídeos, nosotros no podemos interferir, debemos relacionarnos con las imágenes desde la distancia. Pasamos a ser sujetos que miran y la única posibilidad de creación/acción es la que establecemos en nuestra mente relacionando las imágenes, no solo entre ellas, sino con nuestras vivencias propias. Por último, las instalaciones nos obligan a movernos, nos animan a caminar por la sala también como observadores pero con capacidad de seleccionar, de elegir y sacar nuestras propias conclusiones.
Inercia nos invita a jugar con las imágenes, con los
espacios, con la narración, haciendo que adoptemos las diferentes formas de enfrentarnos
a una pieza, a una idea, que nos llega desde diferentes ejes temáticos y se
concentra en una reflexión sobre la situación de la sociedad actual.
También encontráis este artículo en la web de LABoral. En #LABlog.
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