martes, 29 de septiembre de 2015

Capítulo 77. ARTE PARA TRANSCENDER EL CUERPO

Miguel Andrés (Yecla, Murcia, 1982) no es un artista al uso. No es el artista que viene del arte. Es el artista que llegó por necesidad al arte. Que llegó buscándose a sí mismo desde otro terreno en el que, por suerte, quizá, no se encontraba. Es por ello que en él vemos referencias de los grandes performers, pero al mismo tiempo, notamos esa frescura del que juega, del que quiere comunicar basándose en unos referentes pero que no le cercan, acorralan o asfixian.

Habiéndose dedicado durante diez años a la publicidad, huyó porque según sus propias palabras "allí la creatividad es una utopía". Y es que para Miguel Andrés hacer performance o vídeo (este normalmente resultado de sus performances) es el motor de su vida. Tanto que dejó aquello que le permitía pagar sus facturas por vivir de forma precaria pero creando, como todos aquellos que nos dedicamos al arte en cualquiera de sus ámbitos.

El arte es para él la forma de trasmitir sus inquietudes, sus preguntas, sus reflexiones sobre el estar en el mundo y sobre el mundo mismo. También es una vía que posibilita, golpeando sensibilidades, visibilizar las relaciones emocionales, económicas, religiosas, sexuales o sociales que según este artista, organizan nuestra realidad. Porque todo está supeditado a los controles del mercado. El capitalismo como eje central de nuestra razón de ser siendo este aceptado de forma consciente, o como plantea en su obra System, sin darnos apenas cuenta. 




En la pieza System, el artista hace una analogía entre el hombre, representado por él mismo pero que quiere despersonalizarse para ser "el hombre" en toda su generalidad, y un sistema operativo de ordenador. Esa información que se nos trasmite desde la educación, la moral y las tradiciones, y que nos hace actuar de una determinada forma según la sociedad en la que nos encontremos, es ese sistema operativo humano que adormece, a unos más que otros, para conseguir que las respuestas y actitudes que tengamos estén alineadas, sean monótonas, predecibles, manipulables.

Su rechazo a todo tipo de dogmas impuestos desde esta sociedad mediatizada y organizada en beneficio de unos pocos, lo acercan a corrientes filosóficas como el nihilismo. Es desde esta postura crítica que crea sus performances y vídeos, posicionándose, haciéndole un artista incómodo dadas las cuestiones que plantea. No es de extrañar que sea la performance el terreno artístico en el que más a gusto se sienta pues es una de las tipologías artísticas más reivindicativas desde que empezó a desarrollarse. Desde que surrelistas y dadaístas comenzaron a experimentar con sus posibilidades, hasta su periodo de máximo esplendor en los años 60 y 70, en que movimientos reivindicativos como el feminismo la eligieran como el medio más apto y transgresor para hacer arte desde el compromiso social y político.

La inspiración, para Miguel, puede llegar en cualquier momento y en cualquier lugar (¿no es esto un rasgo propiamente artístico?). Una imagen, una noticia, un sentimiento, que llega en un momento y en el que ve las posibilidades artístico/estéticas que lo transformen en obra. Todas las ideas se convertirán en boceto o en un simple apunte en una libreta. Más tarde en "pieza". Como sabemos, de la performance por ser un arte efímero, nada queda. Queda su recuerdo material en vídeo o fotografías. El recuerdo material que es lo vendible, coleccionable, disfrutable a lo largo del tiempo.

En la línea conceptual de la performer guatemalteca Regina José Galindo o de accionistas vieneses como Günter Brus, para Miguel el arte no tiene límite, y en este caso, como el material de las obras es su propio cuerpo, el límite solo viene dado por el cuerpo mismo. Este hecho podría situar al artista en un punto crítico: cuando arte y vida llegan a entrelazarse tanto que la continuación de la vida depende del mismo arte. De la siguiente obra. Pero no temamos. Todavía ninguna de sus obras ha puesto su vida en riesgo. De momento solo contempla la posibilidad de que lo haga, pues en el arte, él no descarta ninguna.

En la obra Fuckin' Melon, Miguel manipula un melón con el que se masturbará. El planteamiento en esta acción/vídeo es un crítica o llamada de atención sobre la promiscuidad en el mundo gay que, según él, convierte a los cuerpos en producto de mercado:

"Cada día gays de todo el mundo mantienen relaciones sexuales esporádicas sin más mediación que la de la propia carne. Personas desconocidas manteniendo relaciones del todo impersonales. Un extenso menú de cuerpos sin mente están a disposición las 24 horas del día. Fuckin’ Melon es un vídeo subversivo que explora la sexualidad dentro del colectivo gay en nuestro tiempo. El sexo como producto de consumo."




Con la intención de provocar, la obra Nothing es un vídeo de 10'40'' de duración. Grabado en lo que parece ser una casa abandonada en un entorno natural, sereno, tranquilo, en el que nada perturba la imagen, llega Miguel, se desnuda y se sienta en una silla que tiene preparada. A partir de este momento al espectador se le incita, pincha, molesta, esperando la ya famosa frase: "¿pero esto es arte?" y quizá reflexiones y planteamientos, preguntas, que vayan más allá.





El test de Rorschach es una técnica de psicodiagnóstico creado por Hermann Rorschach que consiste en una serie de 10 láminas que presentan manchas de tinta sin estructura definida, aunque sí simetría ya que se construyen doblando una hoja de papel por la mitad, habiendo entintado antes el centro del papel. Al paciente se le muestran esperando que cuente qué ve en ellas. En la vídeocreación que lleva el nombre de este psiquiatra suizo, se aleja del resto de su producción. En este caso su intención es establecer un diálogo principalmente estético con el espectador. El vídeo nos va mostrando diferentes formas y figuras que el artista va componiendo, como en una coreografía improvisada, como en un test de Rorschach, esperando que el que mira dé un significado. Una obra que se adapta a cada persona que la contempla, que requiere de la complicidad y subjetividad de los ojos que la observan.






Miguel cuenta con premios y exposiciones individuales por todo el territorio nacional y ha exhibido a nivel internacional. Hasta el pasado día 20 septiembre ha tenido abierta la exposición comisariada por Anselm Ros UNTITLED Exhibition(ism) en la Sala Gòtica del IEI (Lleida). Las piezas que componían la muestra fueron realizadas durante su residencia en Fabra i Coats, Fàbrica de Creació del Ayuntamiento de Barcelona.

El arte de acción, lejos de lo que muchos pensábamos, no se agota. Se reformula y rejuvece. Metido de lleno en sus procesos se encuentra Miguel Andrés. Compartiendo con nosotros sus resultados.

Este texto forma parte de mi comisariado de Miguel Andrés en Virtual Gallery.




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