jueves, 14 de mayo de 2015

Aire.

Sentirte suspendida en el aire. Cada soplo, cada pequeña brisa, te empuja hacia un lugar u otro. Tu resistencia se diluye entre la contaminación y el polen.

No hay donde agarrarse. Ningunas manos tiran hacia sí de tu cuerpo translúcido. 

Haces como que nadas en este limbo gaseoso. A veces denso. No avanzas.

Piedras. Necesitas piedras en los bolsillos. Manos, brazos, labios, cabezas, certezas. Recuperar el peso. 

Y dejarte caer.






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