lunes, 28 de abril de 2014

Capítulo 58. COLECCIONAR VIDEOARTE: CONSERVACIÓN, DIFUSIÓN Y PASIÓN POR LA OBRA AUDIOVISUAL.

El pasado día 12 de abril tuvo lugar en el paraninfo de la Universidad Laboral (Gijón) una mesa-debate sobre el coleccionismo de videoarte. Esta mesa se realizó como actividad paralela a la muestra Universo Vídeo. La Magia de las Imágenes, inaugurada la tarde anterior en LABoral Centro de Arte

Ponentes. Foto: LABoral/Aida Palicio

Moderada por el comisario asistente de la muestra, Alfredo Aracil, contó con ponentes de excepción: Benjamin Weil, Director de actividades del Centro de Arte de la Fundación Botín, Santander y exdirector de actividades de LABoral; Jean-Conrad e Isabelle Lemaître, Collection Lemaître, París; Los artistas Louidgi Beltrame y Maïder Fortuné, que participan con sus obras en la exposición y Cristina Cámara,  del departamento de colección cine y vídeo del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

La blogger que os escribe pudo asistir y estar muy atenta a todo lo que allí se dijo. El tema me resulta, además de interesante, de gran relevancia pues tanto en instituciones públicas como en colecciones privadas, las obras en vídeo plantean nuevos retos  y paradojas que están haciendo replantearse modos de hacer, coleccionar, exhibir y conservar.

Ponentes. Foto: LABoral/Aida Palicio
La actividad comenzó con la intervención de Benjamin Weil que desde su experiencia como conservador en distintas instituciones como el SFMoMA, nos lanzó varias ideas y conclusiones a las que a los largo de los años, ha llegado. El coleccionar vídeo, según Weil, es coleccionar lo intangible. Fuera de ese fetichismo por el objeto que parece imperar cuando se adquieren obras más tradicionales, el coleccionar vídeo supone comprar un archivo. Pagas por un soporte pero lo que compras es un "arte intangible". Como conservador, la forma en que decidió afrontar los problemas de conservación fue ir cambiando los soportes pero ir guardando siempre el original anterior, de forma que la misma obra va generando gran cantidad de documentación y, al mismo tiempo, se va adaptando a los nuevos soportes para que siempre se pueda exponer y no se pierda el contenido. Lo importante para él, sin embargo, es ir más allá de lo material: lo realmente importante es la intención artística y eso debe primar a la hora de plantearse exhibir o conservar cada obra. Esta intención artística, seguramente, debe reinterpretarse con el paso del tiempo para adaptar al nuevo contexto.

En el mundo actual, en el que internet permite la difusión de este tipo de obra de forma prácticamente gratuita y democrática, hay que repensar el concepto de edición limitada. Para Weil, cuando una obra se difunde en la red el artista pierde el control del modo de exhibición de la misma. O quizá sean modos de exhibición diversos, realidades diversas de la misma obra, que el artista de debe pensar por adelantado.

Los siguientes en intervenir fueron los coleccionistas de vídeo Isabelle y Jean-Conrad Lemaître. Los coleccionistas franceses, encantadores ambos hay que decirlo, nos hicieron un breve repaso de su historia con el coleccionismo. Comenzaron hace 40 años comprando grabado y pintura. Sus primeras obras contemporáneas las adquirieron durante sus años en Madrid, contando para ello con Soledad Lorenzo. Siendo los años 80, tuvieron la oportunidad de conocer a grandes artistas españoles que ahora volvían después de pasar años en el extranjero trayendo con ellos influencias internacionales. Uno de ellos fue mi admirado José Guerrero. En los 90 se decantaron por la fotografía, y más tarde, por el vídeo. Para ellos, es una evolución natural la que ha sufrido su colección.

En el 96 compraron su primer vídeo. Una obra de la artista inglesa Gillian Wearing. En 2006, La Maison Rouge / Fondation Antoine de Galbert, mostró por primera vez las obras de vídeo de su colección en una institución cultural. La misma fue comisariada por Christine Van Assche, curadora del Pompidou.



Las razones por las que ellos coleccionan vídeo son: porque es un arte de su tiempo; les permite seguir la evolución de artistas jóvenes y apoyarlos en su carrera; es una forma de expresión viva, presente e inmediata.

La conservación de las obras es una aspecto que deben cuidar. Ellos lo hacen de una forma natural. Quieren conservar sus obras porque quieren seguir disfrutando de ellas. Cuidan de sus obras igual que lo hacen "del techo de su casa". Para conseguirlo se relacionan con profesionales que les asesoran.

Tras ellos, la videoartista Maïder Fortuné que participa en la muestra con la obra Curtain! (2008), nos leyó un texto que había escrito en torno a la obra de Oscar Wilde El Retrato de Dorian Gray.

Louidgi Beltrame y Maider Fortuné. Foto: LABoral/Aida Palicio
Louidgi Beltrame, otro de los artistas presentes en la muestra, nos contó cómo gestiona su obra: intenta que la primera exhibición sea rigurosa y sigas sus directrices. Cuando la adquiere un coleccionista, escribe un protocolo, un manual de instrucciones para su correcto montaje y exposición. Él, que ha estudiado BBAA, necesita valerse de técnicos para conseguir el efecto deseado en cada exposición. En sus obras ha usado con frecuencia los formatos 16 mm y Super 8, pero reconoce el valor y posibilidades del formato digital, no sólo para la conservación o como archivo, si no para conseguir efectos y resultados muy determinados. Resaltó la labor del coleccionista privado en la difusión y conservación de obra, y en la promoción de jóvenes artistas.

La charla de Cristina Cámara nos dio la visión  del coleccionismo institucional de vídeo, el caso del Reina Sofía. Según sus palabras, una de las grandes dificultades a la hora de incluir obra audiovisual en las instituciones tradiciones es adaptar la forma de registro, definir su categoría de obra. Por ello, durante mucho tiempo han acabado con la categoría de archivos en bibliotecas o mediatecas. La primera obra que aparece registrada en la colección del Reina es Slowly Turning Narrative de Bill Viola, en el año 94 (veinte años tarde con relación al MoMA, a la TATE y al Pompidou). La siguiente será en el 98, Turbulent de Shirin Neshat.



En el 2004 solamente hay en la colección 16 obras audiovisuales existiendo, sin embargo un programa estable de exposición bastante ambicioso. No había un conservador ni el servicio de audiovisuales estaba dentro del departamento de colección. 

El punto de inflexión llegará a partir de la exposición comisariada por Berta Sichel Primera generación: Arte e imagen en movimiento (1963-1986), en el año 2006. En este momento el museo hace un esfuerzo por adquirir obra de estos pioneros como base de la colección audiovisual: 30 vídeoinstalaciones, 80 vídeos monocanal.

Desde entonces se empiezan a establecer estándares para la inclusión de obras audivisuales en la colección. Se crea el servicio de cine y vídeo dentro del departamento de colección, que pone en marcha ella misma. Para ello hay que redefinir la forma de registro y catalogación de obras. Todo ello supone establecer estrategias nuevas con el resto de departamentos, desde restauración, hasta educación o el centro de documentación.

Con la llegada de Manuel Borja-Villel, vuelve a haber un cambio de directrices que favorecería la entrada y gestión de obra audiovisual y cine (entrarán en colección obras cinematográficas y se trabajará codo con codo con la Filmoteca Nacional). Muestra de este nuevo empuje es que de 2004-2008 se han adquirido 400 obras. Además se ha creado un nuevo servicio: artes performativas e intermedia. 

En conservación se trabaja a conciencia para poner solución a la obsolescencia de los formatos y soportes. En este momento están transfiriendo las obras al formato LTO.

Cristina Cámara y Jean_Conrad Lemaître. Foto: LABoral/Aida Palicio
Turno de preguntas: 

Durante el debate se trataron temas que preocupan tanto al coleccionismo institucional como al privado: la conservación de obra y cómo solucionar los problemas derivados de la obsolescencia de soportes. Estos temas se trataron también, aunque de forma más bien  divulgativa e informal, en el III encuentro y foro de debate Arte y un café, el 20 y 21 de febrero en Madrid.

Benjamin puso como ejemplos varias anécdotas del SFMoMA para resaltar la idea de que lo importante es la intención artística, por encima de formatos o equipamientos. La misión del museo, y su obsesión, es adquirir obra para conservarla "para siempre". Es un reto al que los conservadores se enfrentan constantemente.

Isabelle y Jean-Conrad, por su parte, siguen los consejos del artista pero en su círculo privado, cuando hacen pases en su hogar, la exhibición la realizan adaptándola a este contexto. Ellos compran la obras porque les gustan, por eso quieren conservarlas lo mejor posible pero desde ideas muy básicas. Para comprar obra se basan en su gusto personal y en el conomiento que han ido adquiriendo a través de la asistencia a galerías, ferias y el circuíto artístico contemporáneo. Se inclinan por obra de artistas jóvenes para poder incentivar y hacer de mecenas de las jóvenes promesas. No consideran internet como una amenaza que rebaje el valor de sus obras, sino como una forma magnífica de documentación y difusión de la videocreación.

Jean-Conrad e Isabelle Lemaître. Foto: LABoral/Aida Palicio
Cristina Cámara, desde el coleccionismo institucional, nos dijo que intentan recabar la máxima información posible con el artista (cuando el artista está vivo) para poder solventar problemas futuros de conservación y exhibición. Con artistas muertos como Nam June Paik, intentan preservar el sentido mismo de la obra, que en algunos casos se extiende hasta los mismos soportes. Dentro del museo se establecen unas líneas muy claras a la hora de adquirir obra basadas en la necesidad de completar la colección y en las líneas de trabajo del propio museo. Se compra en ARCO, pero también a través de otras vías: artistas, galerías... En muchos casos, es el museo el que revaloriza las obras de ciertos artistas.

A la pregunta de Óscar Abril (Director de LABoral), sobre la necesidad de difundir las obras en la web ya que éstas son de titularidad pública, Cristina argumentó que la lucha con los derechos de propiedad intelectual, que se materializa en  la actividad de Vegap, de momento hace imposible subir las obras a la web. Por ahora están trabajando para que en la mediateca se tenga acceso al visionado de las obras en su totalidad.

Maïder y Louidgi plantearon la necesidad de que los artistas piensen sobre la conservación de sus propias obras, aunque dejaron claro que la conservación eterna es una utopía. Con el paso del tiempo hay que repensar y recontextualizar las obras. Pusieron el ejemplo de la exposición de obras de otros siglos mostradas en museos, es decir, no el contexto para el que fueron pensadas, que claramente necesitan de la actualización de significados e intenciones artísticas. 

Jaime Sordo, que estaba presente y participó en el turno de preguntas, recalcó que el vídeo no supera el 5% en las colecciones privadas españolas, y en su opinión, se debe a la necesidad de un conocimiento del medio muy específico que lo hace de difícil adquisición.

Por supuesto, hay preguntas, ideas, y opiniones que se me han quedado en el tintero a mí o que sólo fueron sugeridas durante la mesa-debate. Aún así, espero que este resumen os sirva para haceros una idea de las cuestiones que en estos momentos los coleccionistas de videocreación, sea de forma privada o desde instituciones públicas, se están planteando. Cuáles son las dificultades con las que se encuentran y qué motivaciones les llevan a adquirir obra audiovisual.

También encontráis este artículo en la web de LABoral. En #LABlog.

English version.




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